Una de las características más significativas de la educación actual es que sus contenidos se diluyen, son etéreos, se escapan de entre las manos de profesores y alumnos, de padres e hijos. Hoy sabemos que aquello que enseñamos a nuestros jóvenes está en continuo cambio, en constante movimiento.
Durante mi época de estudiante (hace tiempo que decidí, como actitud vital, que nunca dejaría de ser estudiante) vi a profesores que explicaban lo mismo durante muchos, muchísimos cursos, e incluso a algunos que llegaban a dictar los apuntes que habían preparado en su primer año (os aseguro que es real).
Hoy esto no es posible, o no debería serlo. Los contenidos de la educación han dejado de ser inmutables y se han convertido en efímeros.
Esta
volatilidad de los contenidos convierte al alumno, necesariamente, en
un sujeto activo, constructor de su aprendizaje; y al docente en un
agente de cambio en transformación adaptativa continua.
Los
docentes y los alumnos se han “googlelizado” y “wikipedeizado”,
es decir, están hiperconectados en un mundo global y esto nos obliga
a repensar la Pedagogía.
Dolors Reig (@dreig) contestaba a esta pregunta en una entrevista
¿Cómo se puede mejorar, a tu juicio, el sistema educativo actual?
Estas
son algunas de las propuestas:
-
Valores para una participación que nos haga crecer como individuos y
como sociedad (no hay tecnología que no dependa de su apropiación y
no hay apropiación que no dependa de los valores del usuario…).
-
Alfabetización multimedia (Horizon 2012).
-
Gamificación (aprendizaje basado en juegos), storytelling,
creatividad..
-
Organizar la inteligencia colectiva.
-
Analítica de datos (aprendizaje aumentado).
-
Metodologías, herramientas, instituciones, profesor... para “dar
sentido”.
-
Curación de contenidos y sistemas educativos (lugares del saber).
-
Innovación y cambio (de la educación para las respuestas a la
educación para las preguntas).”
Me parece una interesante invitación a dirigir la mirada de la educación hacia el futuro, hacia nuevos horizontes buscando nuevas didácticas que permitan el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Más aún cuando parece que, con la LOMCE, nos quieren obligar a dirigir nuestra mirada hacia el pasado, siguiendo con la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
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